miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ordesa. Julio 2014


Después de muchos meses de espera y preparación, por fin llegó la fecha de irnos a Pirineos, más conceretamente a Ordesa, con el objetivo de, al menos, coronoar el Monte Perdido y pasar a Gavarnie por la brecha de Roland.

Después de la primera noche en Torla, el primer día lo dedicamos a aproximarnos a Góriz tranquilamente...


Con la cola de caballo.

Las clavijas de Soaso fueron el atractivo técnico del día, sobretodo para algunos que todavia no sabían que se iban a encontrar.

El circo de Soaso.

Sabíamos de la masificacion de tiendas alrededor de Góriz, pero aun así nos sorprendió. Ambiente garantizado.


Al dia siguiente por fin pusimos rumbo a la cima del Monte Perdido, y aunque la primera parte se hizo un poco pesada, igual que pasó el día anterior, según ascendiamos y el terreno se volvía más entretenido, aumentaban las ganas.

Con el lago helado al fondo.


Ascendiendo por la escupidera.

Tuvimos la cima para nosotros solos durante bastante rato, que algunos incluso aprovecharon para echarse una siesta...

¡Cima!

Al dia siguiente, aunque nuestro plan inicial era quedarnos algunos días más por arriba para seguir la travesía con tranquilidad, el mal tiempo que anunciaban para esa noche nos hizo condensar la actividad de dos días en uno.

Así que pusimos rumbo a la Brecha:



¡Y ahí la tenemos!

Una vez ahí, era inevitable pasar a la parte francesa a buscar el mirador de la cascada de Gavarnie.


Aunque la zonad de la brecha merecía entretenerse más, todavía nos quedaba mucho camino por recorrer ese día, y corríamos peligro de perder el autobús....

No nos imaginábamos todo lo que nos quedaba por contemplar...

Cotatuero.

Las clavijas de Cotatuero eran otro de los pasajes que a unos nos mataban las ganas, y a otros les tenían en vilo.

Al final, todos pasamos bien.


Cascada de Cotatuero.

Tras dos días de merecido descanso, ver llover y paseos por Torla, se nos agotaba nuestra semana, por lo que fuimos a por otra de las pendientes: la faja de las flores.

Y además nos dio por hacerla al revés de como decían las guías, por lo que volvimos a subir por Cotatuero.



Tras meternos en una faja equivocada, por fin la encontramos.


Mirando atrás...

Y disfrutando de lo que nos quedaba, sabiendo que al día siguiente estaríamos de vuelta en casa.

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