lunes, 3 de octubre de 2011

Travesía por la sierra de Béjar y Candelario

Amanece en Solana

Amanecía en Solana un día de agosto tras una noche de viento, que se convirtió en un amanecer lluvioso.

El día antes nos habían dejado a Marian y a mi en la central de El Chorro, para hacer por fin algo que teniamos en mente desde hacía mucho tiempo: una ruta por la sierra de Béjar y Candelario que pasara por todos sus puntos importantes.

Subimos esa tarde a Solana, y montamos la tienda cuando era practicamente de noche, una tortilla casera de cena, al resguardo de una roca, pues soplaba el viento típico de Solana, y nos metimos al saco.

Entre el viento y que habían dado lluvia para la madrugada, la noche se hizo larga. Y vaya si acertó el parte meteorológico, en cuanto empezó a haber luz solar cesó el viento y comenzó a llover justo hasta la hora a la que habiamos decidido levantarnos, las 9.

El objetivo de ese día era llegar, por la cuerda de la Ceja, hasta la misma, para luego bajar a dormir a las lagunas de El Trampal. Pero como subían a la sierra a hacernos una visita, cambiamos el plan por ir hasta Hoyamoros, que era donde habíamos quedado, y luego ya decidir que hacer los demás días. 

 Dejando atrás Solana


 La Ceja y laguna


 Lagunas de el Trampal

 Pero la montaña no entiende de horarios ni quedadas... Lo que creiamos sería una fácil subida, con las gargantas del Trampal y Arroyo Malillo a cada lado, se convirtió en una lucha contra las escobas. 
El supuesto camino, indicado por hitos, se perdía bajo escoberas más altas que nosotros, lo que nos hizo llegar a la ceja entrada la tarde, cuando el tío de Marian (con quien habíamos quedado) ya había iniciado el descenso a Candelario.


Cumbre de la Ceja



 Los Hermanitos de Hoyamoros


Bajamos al circo de Hoyamoros y montamos la tienda cerca del vivac. La temperatura bajada a toda velocidad mientras hacíamos la cena. Nada más acabar de cenar, nos metimos a la tienda buscando la calidez de los sacos de dormir.

 Preparados para salir hacia Candelario

Esta vez fue el frío lo que no nos dejó dormir, la tienda y los sacos debían de haber cogido humedad la noche antes. Y eso sumado a que pusimos la tienda sobre un terreno que horas antes había estado encharcado... (de eso nos enteramos por la mañana, cuando nos lo dijo un "bloquero").
 

Cuando amanecimos, la decisión ya estaba tomada: Nos bajabamos a Candelario inmediatamente, a pasar el fin de semana en la casa del pueblo, descansados y en familia! 

Una valiente y los Hermanitos

¡Llegada!

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