Después del descanso post-pruebas, me apetecía algo tranquilo y sin presión, y ya que iba a haber gente conocida por el circo para amenizar la velada, fui para allá el 12 de junio, paseando hasta las orillas de la Laguna Grande.
Al día siguiente me levanté con calma y me dirigí a Hoya Antón, donde empezaba la nieve. A pesar de esto, el calor apretaba, así que me ví en la rara situación de llevar crampones y piolet junto con camiseta y pantalones cortos.
A pesar del calor, la nieve estaba decente y pronto cogí altura.
Ya en la canal del crampón.
En la Portilla del Crampón soplaba el viento, así que fue el momento de abrigarse, descansar y comer algo. Mientras tanto, llegó a mi posición un grupo que había llevado detrás casi toda la ascensión y que me acompañaron desde aquí a la cima y luego se fueron dirección al Cuchillar de Ballesteros.
Foto cima.
Yo preferí descender por la normal para aprovechar la nieve para bajar y porque tampoco quería llegar muy tarde a Salamanca.
El descenso, casi esquiando, me llevó apenas una hora, por lo que a las 2 estaba en el Elola y a media tarde ya en casa, así da gusto ir a la montaña!!
Unos días después se me presentó la posibilidad de volver, guiando a Guille y Fer, y como nunca está de más un día en montaña y además con compañeros, para allá que fui.
Esta vez hubo que madrugar, y eso sumado a una copiosa cena el día anterior, hizo que no me entonara hasta llegar al Elola, gracias a una de sus milagrosas Coca-colas.
Mis compañeros.
De nuevo en la canal del crampón.
Ya que estábamos varios, y ellos no conocían la zona, nos acercamos a la cima secundaria para sacar unas fotos de cima fuera de lo común.
Guille y Fer.
Guille y yo.
La bajada fue nuevamente una gozada... Lo que cuesta subir y lo poco que se tarda en descender...
Fer y Guille bajando.
En la vuelta a la Plataforma disfrutamos de una inusual afluencia de machos de Cabra Montés en las cercanías de la fuente de los Cavadores.
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