Álex me dijo un día el nombre de ese solitario macizo que se ve desde la Covatilla si miras al este, y lo anoté en la lista de visitas pendientes, pero como siempre falta gente para esto del senderismo y está algo lejos para plantearselo como destino de entreno, no fue hasta este mes de mayo que me enteré de que el grupo de senderismo iba a dejarse caer por allí, cuando por fin visité la Sierra de la Paramera.
La ruta propuesta era perfecta: circular, con cresterío y casi todos los picos importantes, aunque le introduje un pequeño cambio.
Salimos desde Navandrinal, y mientras el grupo tomaba una pista que les llevaría por una cuerda hasta el Portacho del Zapatero, yo perdí altura para ponerme a orillas del arroyo de la Garganta del Zapatero, que recorrería por sus márgenes hasta casi su nacimiento.
La variante no solo me permitiría recorrer un terreno más entretenido que una pista y achuchar un poco el ritmo, si no que también resultó ser la opción más fresca, ya que el Sol calentó bien ese día y yo podía ir refrescándome siempre que quería.
El grupo a la izquierda, yo de frente hasta coger el valle.
La primera parada la hice en el Portacho del Zapatero, donde esperé tranquilamente al resto del grupo para iniciar la cuerda, donde ya empezaba el verdadero terreno de montaña.
Iniciando la cuerda, camino al Risco Redondo.
Tras pasar cerca del Risco Redondo, el terreno se complicaba, siendo necesario poner las manos en varios tramos, así que nos lo tomamos con calma al ser un grupo grande con variopintas edades.
Mirar atrás concedía una vista diferente de los gigantes de Gredos.
Poco a poco y sin prisa, llegamos a la cima del Pico Zapatero (2.158 m.), donde paramos a comer y a descansar.
Foto de cima, una pena que no se aprecie mejor...
Después de la cumbre, el terreno volvía a suavizar...
Al fondo el Risco del Sol.
La marca del valle del descenso era una significativa roca.
El cuchillo.
Desde aquí no hubo más que dejarse caer por camino marcado hasta volver al río, donde cogimos la pista de vuelta a Navandrinal.
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