domingo, 3 de marzo de 2013

Corredor Sur del Curavacas


 

Vuelvo a retomar el hilo temporal de las actualizaciones ahora que ya tengo todas las fotos, con lo que nos situamos a finales de enero, cuando pusimos rumbo a tierras palentinas, con el objetivo de coronar al menos una de sus cumbres más emblemáticas. 

La primera elegida, por temas de logística, fue el Curavas, y la vía, su Corredor Sur, con bajada por el Callejo Grande.

Después del viaje, dormimos en el refugio de pescadores de Vidrieros, y el amanecer nos pilló ya lo suficientemente altos como para disfrutar de este magnífico color que solo se da a esas intempestivas horas del día que solo unos pocos disfrutamos...


Alejandro, con las vistas al sur: montañas y mar de nubes.

La cara sur todavía no había purgado del todo toda la nieve caida y el verglás, y tuvimos que subir buscando los cobijos y zonas seguras, por lo que no pudimos pararnos a hacer fotos hasta bien arriba. ¡Fue una auténtica carrera por las laderas del Curavacas!


Yo, y todos los metros recorridos.


Los últimos metros del recorrido.

Una vez llegados a la cresta, nos quedaba un flanqueo por el hielo de la temida y a la vez poco respetada cara Norte.
Nos encordamos, más por las historias que habiamos oido de esa zona, que porque de verdad hiciera falta, y progresamos hacia el Este en travesía, tomando altura poco a poco, a veces a largos, a veces en ensamble, aunque las protecciones eran escasas...


Yo, en una cresta de lomo de caballo.

Alejandro en las laderas de la cara Norte.

Por fin alcanzamos la ansiada cresta, y descubrimos que nos habíamos pasado la cima por unos cuantos metros, así que retrocedimos hacia ella. 

 La arista cimera del Curavacas

El viento soplaba fuerte así que no pudimos detenernos mucho, lo justo para unas fotos...

 Fotos de cima en el Curavacas

Todavía quedaba descender por la cara Noreste, que resultó ser la que más duro tenía el hielo, así que permanecimos encordados hasta encontrar el descenso por el Callejo Grande.
Casi por casualidad encontramos un clavo, que nos confirmaba que se bajaba por allí y nos permitió rapelar los primeros metros de bajada.
Todavia quedaba una larga bajada, pero de esas que se disfrutan,y por fin pudimos comer al resguardo de una gran roca.

Lo que haríamos al día siguiente, todavía estaba por decidir...

Rojo: subida.
Azul: bajada.

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